Escudo de la Universidad
Desde el año 1920 luce en nuestro paraninfo El ESCUDO de la universidad nacional. su blasón heráldico, fue obsequiado por el distinguido arqueólogo y acucioso, investigador, don Luis Cuadra Cea, al doctor Luis H. Debayle, previo permiso del entonces, obispo monseñor Doctor Agustin Nicolas Tijerino y Lóaisiga, ya que fue de los archivos de la curia eclesiástica que extrajo tan valioso tesoro.
Lo encontró el Sr. Luis Cuadra en la parte superior y central de la tarjeta escrita en latín que se dio al alumno José Matías Quiñones, el día 22 de Agosto de 1816 para que desarrollá se y defendiese el tema que se le propuso, previo a su investidura de licenciado en derecho. Conviene resumir aquí la explicación que de tal blasón heráldico da el profesor cuadra: “dos metales, el oro y la plata y cuatro colores, el rojo el azul el verde y el negro. El nos dice que poder, riqueza, sabiduría, nobleza, luz, son del oro; que la plata es pureza, obediencia, firmeza, vigilancia, elocuencia; que el rojo canta la victoria, la alteza, la audacia, el ardid, que el azul es símbolo de la justicia, verdad, caridad, hermosura, lealtad; que el verde es la esperanza, es fe, es amistad, es respeto y con el negro llora la tristeza, el dolor y sublimiza, la prudencia y la honestidad. El escudo fue hecho por un artista de apellido Cabrera y la ciencia la expreso por el sol de plata, en campo azul y el disco arroja 16 lenguas de oro en gracioso torbellino como queriendo envolver las ocho estrellas de plata, selecta expresión heráldica del claustro de los ocho primeros profesores que como preclaros valores encontraron a inocular el saber a la juventud para inmunizarla contra el mal y la ignorancia.
El castillo de tres torres, tiene la central más alta que las otras y representan el edificio universitario, resguardado por el león rampante de actitud de combate, símbolo de la ciudad que mereció esta regia gracia, la que ella sabrá defender siempre con bravura hidalguía. Remata el escudo, el yelmo de los caballeros para recordarles a todos que en las justas del saber y en el ejercicio de sus nobles profesiones deben de portarse como tales.